Resistencia ancestral
El problema:
Los árboles frutales se cultivan en fincas comerciales durante períodos prolongados, enfrentándose a plagas, enfermedades y condiciones ambientales adversas, como por ejemplo la sequía. Durante las últimas décadas, la agrobiodiversidad de los frutales cultivados se ha reducido drásticamente, lo que limita la capacidad de los cultivos para responder a condiciones tan desafiantesponiendo en riesgo su estabilidad y, en consecuencia, el valor comercial de la fruta o incluso su llegada al mercado. Las especies cercanas silvestres de los frutales cultivados, o incluso las variedades antiguas adaptadas, representan una fuente de genes de resistencia y adaptación. Sin embargo, el uso de estas variedades para la mejora de frutales comerciales es limitado debido a barreras interespecíficas o al arrastre de características negativas para la producción comercial, por lo que se precisan nuevas estrategias para lograr variedades mejor adaptadas.
La aproximación:
El grupo liderado por Txosse Aranzana y Amparo Monfort, centrado en genómica de rosáceas, tiene entre sus objetivos facilitar y agilizar la introducción de genes de resistencia en variedades comerciales. Para ello, estudia variedades frutales silvestres y antiguas que se han adaptado a condiciones locales durante décadas para identificar qué genes las hacen resistentes, o al menos más tolerantes, a enfermedades y plagas. El equipo investigador evalúa los niveles de infección de los frutales en campo e invernadero, obtiene descendencias mediante cruzamientos dirigidos entre distintas variedades y estudia sus genomas utilizando técnicas de secuenciación de nueva generación y amplificando regiones de ADN mediante PCR.
Los descubrimientos e innovaciones:
El grupo de investigación ha desarrollado métodos de evaluación de resistencias, así como nuevas poblaciones descendientes de variedades resistentes que están sirviendo para localizar los genes que protegen contra enfermedades como el oídio del manzano y melocotonero o el fuego bacteriano en peral. Algunos descendientes de estas poblaciones pueden utilizarse ya como padres de nuevas variedades comerciales, mejores y más sostenibles. Además, el equipo también ha desarrollado protocolos y estrategias para, comparando genomas, identificar regiones únicas en las variedades resistentes y poder así diseñar marcadores de PCR que servirán para identificar las plantas que son resistentes a enfermedades sin tener que realizar pruebas de infección. La utilización de estos marcadores agiliza la obtención de variedades resistentes a enfermedades, lo que está reduciendo la necesidad de tratamientos químicos en campo, con un consiguiente beneficio medioambiental.